Actualmente tienen un nivel de recomendación Clase I, en el síndrome coronario agudo, la angina crónica
estable, la revascularización miocárdica percutánea o quirúrgica y la insuficiencia cardiaca, estando también indicados tras cirugía valvular y trasplante cardiaco.
Las diferentes organizaciones y sociedades científicas incluyen la recomendación específica de estos
programas en sus guías de práctica clínica.
A pesar de los evidentes beneficios producidos por la RC, esto no se ha traducido en su lógico
desarrollo en el mundo. En USA, solo entre 14%-35% de los pacientes que sobreviven a un episodio cardiovascular, y un 31% de los pacientes revascularizados quirúrgicamente, participan en un
PRC.
En Europa se estima que entre el 30-50% de los pacientes que podría beneficiarse, realizan estos
programas.
En España, ha habido un aumento de Unidades de Rehabilitación Cardiaca (URC) en la última década, pero su
distribución geográfica es muy desigual, estando todavía lejos de las cifras medias europeas. Según los datos del Registro
R-EURe-Ca, en el año 2013, no llegaba a 100 el número de URC, estimándose que sólo se incluyen poco más del 6% de los pacientes con SCA.